El Tratado de Tantauco
eGuerra de Anexión (1820- 1826) y Tratado de Tantauco
Después de la Toma de Valdivia, llevada a cabo de una manera sorprendentemente rápida por el Almirante Thomas Cochrane y el Mayor William Miller, resultaba urgente pensar y actuar sobre el Archipiélago de Chiloé, ya que este territorio se convirtió en la última provincia hispánica en América del Sur. Por lo tanto, era imprescindible su anexión, fundamentalmente para asegurar la cohesión territorial de la naciente república chilena. No obstante, la fortificación del puerto fue iniciada por el Gobernador catalán Don Carlos de Beranger en 1768, y refortificada a partir de 1818 al asumir el último gobernador hispánico de la provincia, Don Antonio de Quintanilla y Santiago, teniendo particular esmero este último en la refacción y refortificación del Fuerte de San Miguel de Agüi en 1820, preparándose para el enfrentamiento que se daría en febrero con Cochrane y Miller, quienes fueron derrotados al intentar asaltarlo.
A principios de 1824, el Fuerte de San Miguel estaba preparado para resistir un segundo ataque de la armada independentista, ya que el Gobernador Quintanilla sabía que una flota numerosa había zarpado desde Quiriquina y Valdivia rumbo a Chiloé. Desembarcaron el 31 de Marzo, esta vez en Dalcahue, comandados por Beauchef y Freire. El combate se libró en los Ciénagos de Mocopulli el 1 de Abril siguiente, reportando para las milicias hispano-chilotas la principal victoria obtenida durante la guerra de anexión a la República de Chile. Especial es destacar aquí, la memoria del Coronel José Rodríguez Ballesteros, Comandante del Batallón de Milicianos de Chiloé, quien fue el principal artífice de la victoria chilota y en cuyo mando y responsabilidad recayó, junto al gobernador Quintanilla y al Coronel José Hurtado, la decisión de sostener sin tregua la defensa de la isla.
El General Freire, con la obligación de reivindicar su orgullo tras la vergonzosa derrota propinada en los Ciénagos de Mocopulli ,encabeza una nueva expedición que zarpó de Valparaíso el 28 de noviembre de 1825. El punto de reunión de la flota era Valdivia, desde donde zarparon hacia Chiloé el 2 de enero de 1826.
El 8 de Enero de 1826 amanecieron fondeadas diez naves con más de 2500 soldados frente a la Punta de Huechucuicui, en el extremo norte de la Península de Lacuy. La fuerza atacante era intimidante, tomando en cuenta que el grueso de las tropas chilotas se hallaban acuarteladas en Castro, estando en armas sólo en Ancud el batallón de Dragones, y los artilleros de las baterías de Corona, Balcacura, Puquillihue, Carmen y San Antonio, además de la guarnición reforzada del Castillo de San Miguel de Agüi, la que en total sumada a la de milicianos, no superaba los 900 hombres.
Después de desembarcar una pequeña partida de infantería se apoderaron de la Batería de La Corona, que débilmente vigilaba el flanco norte de la ensenada de Yuste.
El Coronel Santiago Aldunate (sería nombrado después como el primer Gobernador republicano de Chiloé) junto con su comisión marcharon por tierra a tomar la Batería de Balcacura, que defendía la entrada al Golfete de Quetalmahue, extremo sur oeste de la bahía de San Carlos. Ésta, al no estar preparada para un ataque terrestre, fue tomada con facilidad.
Una vez llevada a cabo esta operación, y a propuesta del Almirante Blanco Encalada, los buques descargados forzarían su entrada al fondeadero de Punta Arenas, desafiando la artillería del Castillo de San Miguel de Agüi, la fortaleza mejor defendida del puerto, y desde el cual había sido rechazada la primera intentona de asalto, en 1820. Las naves pudieron penetrar con daños menores, buscando la playa de Lechagua. Y a pesar del nutrido fuego desde Agüi, este fuerte no pudo impedir la entrada, ya que por la intensidad del fuego cruzado, fueron dañadas varias de sus cureñas y explanadas. El resto del ejército no tuvo mayores inconvenientes, salvo la de traspasar la selva y costa nativa, desde Yuste a Punta Arenas, para que una vez ancladas las naves en el fondeadero, fueran transbordados a la ensenada de Pilluco y playa de Lechagua, distante una legua al sur oeste de San Carlos, iniciando desde allí las operaciones hacia la ciudad.
Antonio Quintanilla, decidió llevar a sus hombres a las alturas de Bellavista, las que ofrecían buenas condiciones para una adecuada defensa y desde donde tenía el camino abierto hacia la población de Castro. Pero las tropas realistas se hallaban muy cansadas y desmoralizadas como para dar una vigorosa resistencia; fueron perseguidas hasta esas alturas por el fuego de las compañías de cazadores. La resistencia se hizo imposible y el general Quintanilla, dispuso la retirada de sus hombres hacia Castro.
La población de San Carlos había caído en poder de los patriotas.
Tratado de Tantauco
El general Quintanilla al no poder resistir más ante la falta de materiales y el descontento de la tropa, firmó el 19 de enero de 1826 el Tratado de Tantauco, que era un tratado de paz, con el que se dio término a la guerra de independencia de Chile, comenzada en 1810 en la llamada Patria Vieja.
Se firmó en el puente de San Antonio, ubicado en el río del mismo nombre, entre la localidad de Tantauco y Ancud.
El Tratado contenía los siguientes artículos:
Artículo 1º. La provincia y archipiélago de Chiloé con el territorio que abraza y se halla en poder del ejército real, será incorporado a la República de Chile como parte integrante de ella y sus habitantes gozarán de la igualdad de derechos como ciudadanos chilenos.
Artículo 2º. Serán entregados a disposición del General en Jefe del ejército expedicionario de Chile, todo el armamento, municiones y banderas, como también las baterías y pertrechos que se hallan en los almacenes del archipiélago, pertenecientes al ejército real.
Artículo 3º. Para llevar a efecto la entrega del armamento, municiones, banderas y demás que se expresan en el artículo anterior, el General en Jefe del ejército real ordenará que sean conducidos por los mismos individuos a los almacenes de Castro y puestos bajo la custodia de dos comisionados, quienes verificarán la entrega con las debidas formalidades a los que nombrase el General en Jefe del ejército expedicionario.
Artículo 4º. Todos los jefes, oficiales y tropa que componen el ejército real, quedarán libres para dirigirse, y fijar su destino en donde más les acomode, sujetándose a las leyes de la República los que quisiesen radicarse en ella.
Artículo 5º. Aquellos jefes y oficiales que quisiesen salir del archipiélago en virtud de la libertad concedida por el artículo anterior, deberán verificarlo en el término de dos meses contados desde la fecha de la ratificación de este tratado, pudiendo conservar el uso de sus uniformes, espadas y sirvientes, durante este término y no más.
Artículo 6º. Los equipajes propiedades y demás bienes, así muebles como raíces, de todos los individuos del ejército real, serán inviolablemente respetados.
Artículo 7º. Lo serán igualmente los bienes y propiedades de todos los habitantes que se hallan actualmente en esta provincia.
Artículo 8º. Será de cuenta del Gobierno de Chile el transporte a cualquiera de sus puertos de todos los jefes y oficiales, empleados y tropa del ejército real que lo solicitare con sus familias y equipajes, según sus rangos y clases, siempre que lo verificasen en el término de un mes.
Artículo 9º. Serán inmediatamente puestos en libertad todos los prisioneros hechos por ambos ejércitos, y gozarán de los beneficios de esta capitulación.
Artículo 10º. Se echará en olvido y correrá un velo a la conduela que por razón de las opiniones políticas se haya observado hasta el presente por todos y cada uno de los comprendidos en este tratado.
Artículo 11º. Los empleados, corporaciones políticas y eclesiásticas, los jefes y oficiales, los cuerpos de milicias de esta provincia, quedarán en posesión de sus respectivos grados y empleos que actualmente obtiene, si quieren continuar en ellos, como reúnan a juicio del gobierno, la virtud y aptitudes necesarias para desempeñarlos.
Artículo 12º. La guarnición o tropas de continuo servicio que existan en adelante en esta provincia, serán mantenidas a expensas de la República de Chile.
Artículo 13º. Todas las dudas que ocurran sobre la inteligencia del presente tratado, serán interpretadas a favor del ejército real.
Cuyos artículos para la ratificación de las partes contratantes firmaron dichos señores comisionados en el Fuerte de San Antonio, el 18 de enero de 1826.
José Francisco Gana. – Pedro Palazuelos.
Apruebo este tratado en los trece artículos que contiene.
Tantauco, Enero 19 de 1826.